Brotes

21 de octubre de 2011

Insisto


Insisto. Y sigo alucinando al conocer a jóvenes veintegenarios que hablan como si fuesen de verdad octogenarios. Como si ya lo hubieran aprendido todo de la vida y estuviesen interpretando su papel, el que ellos se han preparado para poder seguir sus “irrompibles”* esquemas.

Y no entiendo qué se espera de una vida en la que no hay tecla de borrar, en la que no se tocan los esquemas, que son así y punto. Porque lo que saben les parece suficiente y no quieren más. ¿Cómo se cuenta la experiencia? ¿Cuándo es bastante conocimiento?

Rehacer de nuevo los esquemas es un coñazo, como reconstruir un castillo de naipes que se derrumbó justo cuando ibas a poner la última carta. Pero su castillo es de Lego, mucho más firme pero imposible de levantar si no es con Lego. En cambio el de naipes, hecho de triángulos será una estructura sólida con cualquier material.

¿Pero cómo son felices? ¿Se habrán parado a pensar en lo monótono que parece –o es- su día a día, en el que ya no se acostarán cada noche sabiendo algo nuevo? ¿De qué manera se consiguen taponar los oídos del entendimiento y callar los gritos de la curiosidad? ¿Cómo será el tropezón? ¿Cómo de doloroso el aterrizaje? Pero te levantarás para ver cómo se te tronchó una llave de ese esquema, tan irrompible, que no colocaste con suficiente atención porque ya dabas por hecho que era perfecto.

Desde luego la vida –como decía un viejo amigo- es la más cruel de las maestras.

Yo no pretendo aburrirme de las sorpresas, ni acostumbrarme a las caídas y sus aterrizajes. Espero seguir conociendo gente, ideas, datos, principios, y a veces hasta todo junto, en esta tómbola de la feria que es el mundo. Un mundo dónde faltan muchas cosas, pero nunca el circo.
Pero sobre todo no soportaría cansarme de las infinitas preguntas de mi Curiosidad, que es el combustible necesario para llegar al siguiente eslabón.








P.D. Sí, digo insisto porque no es la primera vez que hablo sobre esto. Sí la primera que lo escribo, pero si escribiera tanto como hablo acabaría con el Amazonas en un mes.






*Irrompibles, entre comillas porque no creo que su firmeza se base en la estabilidad de los esquemas, si no en el ciego convencimiento de que son así y punto. Sin vuelta de hoja. ¡Por el amor de dios! Siempre hay una hoja a la vuelta, o se abre una ventana, o se salta al vacío sin mirar si hay agua. Pero el punto y final aquí sólo se admite tras la última respuesta.

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