Brotes

29 de enero de 2011

Girando, de girada y, sobre todo, sin frenos.

Tres semanas, 2 exámenes, 3 parciales e incontables horas de biblioteca con alguna que otra pincelada verde nebuloso.

Ahora, es sábado y mi Coco Loco (lleno de estimulantes, sensaciones, ganas, escaleras con subidas verticales y bajadas horizontales, de risas con locura, de pollos y polladas, de rayadas a base de rayas, de futbolín, dardos, pinchos y nestea, de mensajes con el mal rollo encriptado que me han hecho descender por aquellas escaleras. Entre toda esta maraña se entrelazan retales de lo aprehendido para los exámenes que se escapan como si tal cosa).

Todos estos ingredientes se mezclan como en una lavadora, girando y girando sin parar, sin descanso. A veces le da por centrifugar pero luego vuelve a girar como antes, como si hubiera estado centrifugando para buscar algún mecanismo de frenado pero sin encontrarlo. Sin querer encontrarlo realmente, pues la magia del movimiento,  flujo, entradas y salidas de todas las cosas de este coco loco se perdería por completo. Una imagen estática nos informa sobre un momento determinado, pero no nos deja ver qué pasa con esas sensaciones o si le lloró el ojo después de sentir el picazón en la nariz.

Debido a estos períodos de centrifugación que nos permiten comprender la importancia de la magia del movimiento, los Cocos Locos viven casi el triple que un Coco Estándar. por ello nos atrevemos a aprender y perfeccionar el sutil arte de vivir cada instante cómo si fuera el último mientras parece que perdemos el tiempo o lo empleamos en cosas inútiles.

¿Inútiles? ¿para quién? ¿para el resto del mundo lleno de aburridos Cocos normales, estándar, dentro de la media, dentro de la masa, con su individualidad olvidada en algún baúl? Probablemente. Pero en este Coco Loco no se miden las cosas por su utilidad, si no por las ganas de hacerlas.

Además, nosotros sabemos que el tiempo sólo se pierde cuando no se disfruta.

2 de enero de 2011

¿Y ahora?

De momento empiezo el 2011 contando los días de dos en dos y consumiendo con alegría y buena compañía, aunque me faltaba una pumuki medio loca (no te preocupes, llevaba tus bragas).

Ha sido el primer fin de año fuera de Sequeros y resulta que le voy a terminar cogiendo el gusto a Valladolid. O, mejor dicho a cierto bar con tendencias a sumergirse en bucles temporales y la fauna típica que por allí pulula.


Ni que decir tiene que seguiremos volando y viajando en compañía de las hadas... y de quien quiera (y pueda) acompañarnos.

Y cómo me gusta saber que aún quedan muchas cosas que experimentar, muchas experiencias por vivir y millones de preguntas esperando a que alguien las responda.


Retrospectiva

Justo antes de las campanadas, con una hilera de uvas gigantes esperándome sobre el mantel de la mesa, traté de formarme una idea global de lo que ha significado el 2010 en mi vida.

Lo primero que me vino a la cabeza fue lo mucho que he cambiado, no en la forma de ser, sino en la perspectiva, en la forma de ver.
De golpe y porrazo descubrí la maldad humana, (sí, ésa de la que hacen gala los villanos en las películas de superhéroes) cómo una persona puede querer joder a otra simplemente por joder, sin ganar nada a cambio. Maldad sin aditivos.
De repente el mundo, la humanidad, su rumbo y su destino me importan un pimiento. Ya no me importa nada más que mi bienestar y el de los míos.
Hace un año aún soñaba con cambiar el mundo, con el mismo entusiasmo que los protagonistas de aquella película, Noviembre. Al igual que ellos me he dado cuenta de que el mundo no se deja cambiar, y me atrevería a decir que el ser humano se ha autocondenado a la extinción, que ha traspasado los límites de la naturaleza jugando a intentar ser dioses, esquivando la Selección Natural.

Mi hermano dice que soy nihilista, pero me da la impresión de que ha simplificado demasiado los términos. No me gusta llamar a las cosas con nombres que sólo se aproximan a la realidad.

Después de todos los malos momentos de este año he llegado a la conclusión de que de cada golpe de la vida se puede sacar una gran lección, y aprenderla significa evitar el siguiente golpe que venga por ese lado.
Como solía decir un viejo amigo: "La vida, cruel pero eficiente maestra".

Ahora cuando miro al futuro veo infinidad de posibilidades, de variantes y, sobre todo, se intuyen montones de recovecos que explorar, investigar y perderme todo lo que quiera y más.

¿Conclusiones de la vista global del año? Esclarecedor.