Ha sido el primer fin de año fuera de Sequeros y resulta que le voy a terminar cogiendo el gusto a Valladolid. O, mejor dicho a cierto bar con tendencias a sumergirse en bucles temporales y la fauna típica que por allí pulula.
Ni que decir tiene que seguiremos volando y viajando en compañía de las hadas... y de quien quiera (y pueda) acompañarnos.
Y cómo me gusta saber que aún quedan muchas cosas que experimentar, muchas experiencias por vivir y millones de preguntas esperando a que alguien las responda.
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