Brotes

16 de octubre de 2010

La economía sumergida y su papel en la sociedad.

Puestos, y a pensar llego a la conclusión de que tal como andan las cosas por este esquizofrénico mundo, hoy por hoy el único valor seguro de los jóvenes es la economía sumergida.
Si nos paramos a pensarlo, dicha economía es lo único que funciona medianamente bien en este país de locos (el lema “cada tonto con su tontería” prevalece siempre sobre cualquier tipo de consignas políticas o ideológicas) y ahora es cuando cualquier cabeza pensante te pregunta: ¿Por qué?
Es muy fácil, el dinero negro no existe para el Estado, con lo cual es el único que esta a salvo de sus garras, bien seguro repartido desigualmente en lo que Carmen Lomana denominaría los bolsillos de la “working class” de la economía sumergida.*

Pero no os creáis que esto es el paraíso, ni por asomo. Esto es la jodida jungla, donde prevalece ante todo el famoso dicho “tonto el último” o más correctamente “el último, tonto”. Aquí no valen los estudios, ni las carreras, ni los títulos de ninguna clase. La vida misma, como cruel y eficiente maestra te irá enseñando a base de buenos palos el camino que debes seguir (el tuyo, sólo tuyo y de nadie más). Ya se lo decían a las generaciones anteriores: la letra, con sangre entra. Que pena que ya no sea una expresión políticamente correcta.
El caso es que aquí ganarán la carrera los que mejor eludan la naturaleza humana de tropezar dos veces con la misma piedra y lo hagan sólo una. Y los que mejor logren camuflarse ante depredadores más poderosos que ellos. Y los que mejor sepan aprovecharse de las presas más débiles.

Así es: o comes, o te comen.

Y esta juventud sumergida es parte del futuro. Porque, por mucho que les duela admitirlo a los adultos, nosotros, los jóvenes, somos el futuro. Es lo que os aterra, ¿me equivoco? Que ese futuro elimine los rígidos y bonitos esquemas que tanto os costó crear. Que probablemente nos inventemos** una nueva forma de tomarse la vida, y que tendremos que aceptar que los que nos sucederán también la cambiarán a su manera, a su medida.

Y que yo, por mi parte, me dedicaré a vivir la vida a cada instante. El futuro, aún no existe.

No adelantemos acontecimientos ni nos preocupemos de lo inexistente.









Muy bien, ya soy una. Ahora sólo tengo que convencer al resto de la juventud de que hay alternativas (ya las inventaremos) al esquema de pareja estable, domicilio fijo, hijos, hipoteca y rutina.
Sólo tenéis que preguntaros “¿por qué?” antes de cada paso.




*Por si algo de lo referido hiere la sensibilidad de algún entendido tengo que decir en mi defensa que no tengo ni puñetera idea de economía, hablando en plata. Yo estudio biología y encima se me atrancó la estadística, como dato personal, inservible e innecesario.

**Hace tiempo,/ me lo invento,/ soy el amo del firmamento./ Metido en mi disfraz/ de hombre normal.

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