Brotes

28 de febrero de 2010

Utópicos y físicamente agotados.

La diferencia más sustancial de todas está entre los que tienen ganas de aprender y los que sólo quieren aprobar. Sacar más nota que nadie. Tener el mejor trabajo de todos. Servir a esta sucia, vieja y astuta maquinaria que nos encadena en cuanto dejamos de movernos.

Y lo peor de todo es que se creen libres.

Con un sistema educativo que se encarga de crear robots que se encarguen de seguir engrasando la maquinaria sin preguntarse POR QUÉ lo hacen.

Si algún día llegáis a conocerme obedeciendo órdenes, haciendo las cosas sin plantearme si realmente quiero hacerlas. Investigando por dinero y no por el placer de contestar preguntas para las que aún no hay respuesta. El día que deje de hacerme preguntas y comience a acostumbrarme a vivir porque sí.

Ese día la persona que conocíais bajo mi nombre habrá dejado de existir y sólo seré un robot más. Un maldito número sin persona ni personalidad. Una puta victoria más de la perfecta maquinaria que nos maneja.

¿Qué pasaría si dejásemos de engrasar la maquinaria?

Desde luego, la humanidad estaba condenada al fracaso desde el primer momento en que una persona se creyó superior a otra. El momento en que alguien aceptó ser dominado.

En el momento en que nos creímos más inteligentes que la naturaleza que nos permite vivir. ¡Estúpido ego!






Y esto es un capítulo más de la serie de mañaneos. Que por un momento podemos incluso llegarnos a creer que podemos cambiar el mundo. Pero nadie nos escucha.

3 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo...

    ¿Pero sabes? Sé que no se puede vivir al margen del sistema... seamos realistas, todos tenemos que comer, que vestir, que disfrutar... y todo ello implica un capitalismo natural...

    Lo único que podemos hacer es vivir a caballo entre la realidad y nuestros sueños... Todos somos esclavos de una cosa o de otra, unos de la fiesta, otros del dinero, otros del ordenador... Pero muy pocos podemos ver más allá de esa esclavitud... Para salir de ella antes hay que asumirla.

    No obstante, esta seudo-libertad nos permite hacer cosas... inimaginables... Puede que no cambiemos el mundo... Pero cada mínimo acto, cada pequeña palabra escupida contra el muro que nos limita es un paso menos que tendremos que dar hacia la libertad absoluta...

    Tan solo tenemos que aprender a caminar =)

    ResponderEliminar
  2. ¡Amigo!

    No estoy hablando de vivir al margen del sistema, sino de destruirlo. Porque está podrido, tanto la maquinaria como nosotros que formamos parte de ella.

    La pregunta era, ¿qué pasaría si dejásemos de engrasar la maquinaria? ¿Si dejamos de servir al sistema que no nos deja ser personas, reduciéndonos a simple GENTE?

    ResponderEliminar
  3. Yo me niego a ser maquinaria. Estoy entre la realidad y la ilusión. Soy de las que confía en el arte para escapar de todo eso. Podrán poseer mi cuerpo pero jamás mi mente. ;) Un beso.

    ResponderEliminar