Brotes

14 de febrero de 2010

Reducción al absurdo.

Porque cuando un problema sólo existe en tu maldita cabecita masoquista empeñada en hacértelo pasar mal, siempre viene bien que algún amigo lo escuche y no pueda evitar reírse.

De repente eres capaz de pensar "¡joder! ¡qué estupidez!" y seguir viviendo (o sobreviviendo, en Salamanca los fines de semana no me permiten otra cosa.)

Muchas gracias a todas esas personas que no se toman la vida demasiado en serio.

1 comentario:

  1. Imagina el día que te toque hacer reducción al ridículo.

    Cebra.

    ResponderEliminar